Parte 1 / Parte 2 / Parte 3
Hay pocos nombres que brillen tan intensamente en el universo cinematográfico, como el de F.W. Murnau. Su narrativa visionaria, técnicas innovadoras y habilidad sin igual para capturar la esencia de la experiencia humana siguen resonando con las audiencias incluso en la actualidad. Pero, ¿qué yace bajo la enigmática fachada de este legendario cineasta? Permítanos embarcarnos en un viaje fascinante a través de la vida y obra de un artista que alteró para siempre el panorama del cine.
Un Exótico Sueño Truncado
Rochus Gliese, Friedrich Wilhelm Murnau, Carl Mayer, Julius Aussenberg, Junio 1926.
Murnau cruzó el Atlántico por segunda vez en junio de 1926,
dispuesto a embarcarse en su última empresa en la tierra de los sueños:
Hollywood. ¿Su destino? Los prestigiosos estudios de cine Fox. Con un contrato
que exigía que solo Carl Mayer escribiera el guion de su nuevo proyecto, Murnau
estaba decidido a dejar su huella en la industria cinematográfica
estadounidense.
La obra maestra que surgió de esta colaboración fue
"Amanecer: Canción de dos seres" (1927), un relato de seducción,
redención y las complejidades del amor. Murnau tejió una narrativa alrededor de
un hombre que se ve cautivado por una femme fatale de la bulliciosa ciudad,
pero que finalmente regresa a su devota esposa. La profunda exploración de las
emociones humanas en la película conmovió al público, obteniendo elogios de la
crítica y tres codiciados premios Óscar.
Sunrise (1927)
Después de completar "Amanecer", Murnau se retiró
a Berlín, saboreando el éxito y el reconocimiento que había acompañado su debut
en América. Pero su espíritu creativo permaneció inquieto y, en diciembre del
mismo año, se sumergió de lleno en los preparativos de su próximo proyecto
ambicioso bajo el sello de Fox: "4 Diablos" (1928). Esta joya
cinematográfica se desarrollaba en el fascinante mundo de los artistas
circenses, prometiendo cautivar al público con su singular mezcla de drama y
espectáculo.
Si bien "Amanecer" había recibido elogios de la
crítica, su desempeño en taquilla dejó a Murnau en una encrucijada. Obligado a
hacer concesiones para "4 Diablos", se encontró luchando con cambios
en el final de la película, una decisión influenciada por una encuesta
realizada por los estudios Fox. Desafortunadamente, el destino tenía otros
planes y "4 Diablos" se ha perdido en los anales del tiempo,
dejándonos preguntándonos acerca del genio no contado que yace en sus
fotogramas.
4 Devils (1928)
La brecha entre Murnau y los estudios Fox se profundizó
durante la producción de "City Girl" (1930). Esta vez, el
cambiante panorama del cine dictaba que ciertas escenas fueran regrabadas como
una película sonora, una consecuencia inevitable de la transición al sonido.
Fue durante este período turbulento que Murnau se cruzó con Robert J. Flaherty,
un renombrado documentalista. Una desilusión compartida con las condiciones de
trabajo asfixiantes de Hollywood encendió una chispa entre los dos artistas
visionarios.
En un momento de serendipia, Murnau y Flaherty idearon un
plan audaz: aventurarse en los encantadores paisajes del Pacífico Sur y crear
una película que encapsulara su visión artística. Y así nació "Tabú".
Con una ambición desbordante y una sed de autenticidad, el dúo se dispuso a
capturar la esencia de la belleza inexplorada y tejer un relato que
trascendiera las barreras culturales.
Robert J. Flaherty y Murnau.
Embarcándose en una odisea cinematográfica ambiciosa, F.W.
Murnau y Robert J. Flaherty se hicieron a la mar en aguas inexploradas con su
gran proyecto ambientado en las encantadoras Islas del Sur. El dúo, alimentado
por una creatividad ilimitada, fundó Flaherty-Murnau Productions, listo para
cautivar al público con su visión.
Su guion inicial, adecuadamente titulado "Turia",
sentó las bases prometedoras para su atrevida aventura. Para dar vida a su
visión, Murnau hizo un movimiento extraordinario: compró un goleta de dos mástiles
y obtuvo una licencia de capitán. Con su majestuoso yate, cariñosamente llamado
"Bali", se embarcó en un viaje inolvidable, partiendo desde Los
Ángeles hacia el paraíso tropical de Tahití. Flaherty, atraído por el encanto
del proyecto, se unió a Murnau poco después, listo para conquistar territorio
desconocido.
Rodando en Tahiti para la película Tabu (1931)
Sin embargo, como suele suceder, el curso de su narrativa
tomó un giro inesperado. El proyecto sufrió un contratiempo imprevisto cuando
la compañía financiera Colorart se declaró en bancarrota. La adversidad
acechaba y el guion sufrió una transformación dramática. El relato de la
explotación tahitiana a manos de pescadores chinos de perlas se convirtió en
una narrativa que exploraba los delicados hilos del amor y el peso de los
tabúes sociales.
Mientras Murnau y Flaherty impulsaban el proyecto, sus
visiones artísticas comenzaron a divergir. Las turbulentas aguas de las
diferencias creativas llevaron a Flaherty a abandonar la empresa, dejando a
Murnau navegando en aguas traicioneras. Sin dejarse intimidar por la
desalentadora perspectiva de financiar la película de manera independiente,
Murnau se comprometió a llevar su sueño a buen puerto, enfrentando la
incertidumbre financiera y avanzando con una determinación inquebrantable.
Murnau con residentes de la isla de Tahiti.
A pesar de las tensiones económicas que agobiaban a Murnau,
la finalización del rodaje marcó un hito significativo. Paramount, reconociendo
la genialidad tejida en la trama del proyecto, adquirió ansiosamente los
derechos de la película, ofreciendo a Murnau un tentador contrato de diez años.
Un destello de esperanza surgió cuando el arduo viaje de Murnau parecía
culminar en un triunfo. Se hizo a la mar de regreso a Los Ángeles, preparándose
para negociar y deleitarse en la gloria de su inminente estreno.
Trágicamente, el destino tenía otros planes. El intrincado
tapiz de la vida de Murnau se rompió abruptamente justo cuando sus sueños
alcanzaban su cenit. Un giro fatal de los acontecimientos, una cruel vuelta del
destino. El viaje de Murnau a Europa y el esperado estreno de "TABU"
en el Central Park Theater de Nueva York nunca se llevarían a cabo. En ese
fatídico día, el 11 de marzo de 1931, un implacable y devastador accidente
automovilístico silenció para siempre la voz del visionario cineasta, a los 42
años de edad.
Tras se velado en Hollywood y trasladado sus restos a Alemania para su entierro, los dolientes se reunieron para despedir al extraordinario talento que fue Friedrich Wilhelm Murnau. Mientras era sepultado el 13 de abril
de 1931, en el sereno abrazo del Cementerio Waldfriedhof Stahnsdorf de Berlín,
una sensación de profunda pérdida envolvió al mundo cinematográfico. Entre
aquellos que rendían sus respetos estaban los estimados colegas de Murnau: Emil
Jannings, Robert Herlth y Walter Röhrig; Erich Pommer, Rochus Gliese y Robert
J. Flaherty; y Carl Mayer, cada uno llevando consigo un pedazo del legado de
Murnau en lo más profundo de sus corazones. En un conmovedor homenaje, el
aclamado director Fritz Lang se adelantó, pronunciando un elogio que resonaba
con el profundo impacto que Murnau había dejado atrás.
Emil janings en el funeral de Murnau en Alemania.
Al reflexionar sobre la extraordinaria vida de
F.W. Murnau, se nos recuerda que el verdadero genio no conoce límites. Su
espíritu indomable, inmortalizado para siempre a través de sus innovadoras
películas, continúa inspirando y cautivando a audiencias de todo el mundo.
Celebremos por siempre el enigmático viaje de este cineasta extraordinario,
cuya pasión iluminó las sombras y transformó para siempre el mundo del cine.
Filmografía Disponible de Murnau